21/04 Cuento:
1)Lee el cuento.
”Cambio de figuritas” de Mercedes Pérez Sabbi.
Pum, pum!”, alguien golpeó a la puerta, entonces pregunté:
–¿Quién es? Del otro lado una voz gruesa me contestó:
–¡Superman! Abrí sin vacilar
. ¿Y qué podría pensar un chico de mi edad cuando se encuentra con un hombre que tiene la capa de Superman, el cuerpo de Superman, el rostro de Superman y dice llamarse Superman? Creo que ninguno hubiera pensado en otro hombre que no fuera Superman. Eso mismo me pasó a mí, entonces le dije entre sorprendido y confiado:
–¡Hola Superman!, pasá. En mi pieza no encontré silla donde ubicarlo; la única que había era demasiado baja para semejante estatura. Se sentó sobre una cajonera de un metro de alto, más o menos; aún así le sobraban piernas por todos lados.
Mil preguntas atoraron mis pensamientos: “¿Y ahora qué le digo? ¿Por dónde empiezo? ¿Averiguo de sus padres? No, no, creo que se murieron. ¡Ah!, ya sé... le pregunto por Luisa Lane. Uy... ¿y si se enojaron?, con las parejas nunca se sabe diría mi mamá...” Opté por decirle:
–¿Todos bien...? No contestó. Me hizo una pregunta en inglés; le miré los pies, por si aparecía la traducción como en el cine. ¿Por qué no?, ¿acaso ése no era un día muy particular? Pero en los pies, sólo las botas. Me estaba inquietando.
De repente, se me encendió cierta oleada de valor y, moviendo los brazos como si fuera un pájaro, le dije: –¿Me llevás a volar?
Se levantó, fue hacia la ventana, me dio su espalda ancha y se quedó mirando hacia afuera.
¡Qué raro me pareció todo! Creí estar viendo una película muda en cámara lenta donde sólo yo estaba de público. Y no quería a nadie más.
Me aseguré de que la puerta estuviera cerrada.
–¿Me llevás a volar?– le repetí. Se dio vuelta. Noté tristeza en la mirada. Para poder entenderlo, traté de recordar escenas de las películas donde le hubiera visto ese gesto. Pero no las ubiqué. Recordé que los superhombres no debían apenarse. Agucé mi sensibilidad; no podía estar frente a Súperman sin que pasara nada.
Pensé que estaría cansado de ser súper, y, con el impulso de estar en lo cierto, le di un cabezazo a la pelota diciéndole:
–¿Vamos a jugar...?
La pelota subió y bajó una, diez, cien veces. Sus ojos parecían seguir burbujas de colores a las que llamaba eufórico: “¡red..., violet…, yellow..., blue...!, dando saltos como para atraparlas.
Entre la cajonera y la mesa de luz armé un lugar y me puse de arquero. Me tiró un montón de penales largando la palabra “goooollll...” entre borbotones de risa. Nos revolcamos en el piso. Nos trenzamos en una lucha donde yo le gané. ¡¡¡¡SÍÍÍÍÍ...!!!!, yo a Superman.
Se rió a carcajadas, con la carcajada que suele aparecer cuando nos hacen cosquillas en el ombligo. Me detuve para mirarlo; esa imagen de niño feliz sí que ni siquiera traté de evocarla: sabía que nunca se la había visto.
Aún agitado, fue hacia la ventana; los vidrios estaban empañados. La abrió. Se subió sobre el marco; el viento le levantó la capa.
Desde el piso alcé mis ojos; ERA SÚPERMAN, el de siempre. Me pareció despertar de un sueño. Me extendió una de sus manos invitándome a acercarme. Fui hacia él, me adhirió a su cuerpo, no sé cómo. Respiró hondo, hizo un ruido como si despegaran en vuelo mil pájaros azules y rojos, y nos deslizamos por el aire.
Olí el cielo de una noche de estrellas serenas. Vi las luces de la ciudad que se alejaban: UN NUEVO RESPLANDOR.
Mi miedo se disipó en la sensación de renacer en el viento. Le grité nombres a las estrellas “roja..., violeta..., amarilla..., azul...” Él me dijo algo en inglés, no le entendí; tampoco me interesó.
Todo estaba bien, maravillosamente bien. Hasta la oscuridad tenía brillo y oí el silencio. En el instante preciso, dio un giro y fue disminuyendo la velocidad. Sentí que el aire se espesaba. Sin señal de aterrizaje nos sumergimos por la ventana de mi pieza. Había terminado el vuelo. Fui a parar sobre una silla que se cayó conmigo. Me sacudí todo. De mi pulóver salió olor a estrellas rojas, violetas, amarillas, azules...
Superman se quedó en la ventana como para seguir su camino.
En ese momento apareció la voz de mi mamá que, sin abrir la puerta, gritó: –¡Ramirooo...! ¿Qué estás haciendo con tanto ruido?
Estoy mirando a Superman, mami. –Bueno, apagá el televisor que ya es tarde, ¿oíste?
–Sí mami, sí. Superman me sonrió a modo de saludo y pude decirle con mi inglés enrevesado: –Tenquiu. (*) Se dio vuelta para dar impulso a su vuelo, pero antes giró la cabeza y en su español enrevesado, me dijo: –Gracias.
Como un pájaro azul y rojo, lo vi perderse en la noche. Me quedé en silencio. Petrificado. Juro que creí que estaba viendo una película y tuve el arrebato de apagar el televisor; pero no hizo falta, porque en el mismo instante que recordé que el televisor no funcionaba, en el vidrio empañado de la ventana vi dibujada una “S” brillante, mágica.
Y volví a repetir en voz alta: –Tenquiu.
Un eco me susurró ¡GRACIAS!!!!!!!!!!!!!
1) Escribe los dos párrafos , dónde Superman tiene una mirada triste , según el niño . Y dónde Superman se ríe .
2)Cómo describe el niño a Superman
3) Dibuja la parte del cuento que más te gustó.
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